Aunque ya la había visto otras veces, a la marca de lápices Bruynzeel nunca le había prestado mucha atención: sus lápices no están construidos con madera certificada, el surtido de colores no es muy homogéneo y, por si todo ello fuera poco, además están fabricados en China. Normalmente suelo huir como de la peste de las que fabrican en China (Bruynzeel, Maped....), no solo porque su calidad es pésima, sino porque no tienen ningún respeto por el medio ambiente.
Pero dado que el pack de 24 lápices con caja metálica costaba solo 10 euros, y que podría reutilizar la caja para otros lápices (por ejemplo para los de Pelikan), decidí comprar una y probarlos. Así, de paso, podría traerla a este blog y que pudierais conocerla también.
La caja de metal está bien, es de agradecer que en ese formato se venda solo a diez euros, cuando otras marcas chinas las venden casi al doble de caras. Pero lamentablemente es una caja que viene agujereada por la parte posterior, con lo que pierde mucho de su encanto. Otro defecto es la horrible bandeja de plástico en el interior que han metido, muy mal diseñada, con una elevación situada a la altura de las puntas de los lápices, con lo que al ir a cogerles "se te escapan" y hace que sea incómodo de usar.
Los lápices tienen un bonito aspecto, pero por desgracia es solo estética, ya que en calidad dejan mucho que desear. Por ejemplo, el número del color grabado sobre el lápiz tiende a desaparecer, y al no estar grabado en la madera (solo va pintado) el número no se ve. Con lo cual, un detalle que podía ser muy bueno (tener el número de color grabado en cada lápiz) acaba siendo un patético desastre, como podéis ver le ha ocurrido al color rojo de la foto. Otro detalle que nos desvela bastante sobre su pésima calidad es que el tacto de los lápices parece diferente entre unos y otros, es como si a algunos se les hubiera aplicado barniz y a otros el chino que los pintaba simplemente les dejó sin capa, porque da la sensación entre unos y otros que a determinados lápices solamente estén lijados y sin capa de barniz.
No obstante hay que reconocer que tienen otros detalles que son bonitos. Por ejemplo, me ha gustado que los de Bruynzeel hayan puesto todos los colores disponibles en el reverso de la caja, con su código de color correspondiente, algo que no se suele ver. Pero por desgracia, como ya dije, los colores elegidos para su gama de 24 no están muy bien seleccionados. Hubiera sido de agradecer la incorporación de un rojo fuerte (el número 722), el cual la mayoría de marcas (como Staedtler) ya ofrecen en su pack de 24 lápices.
Respecto a los lápices en sí, son muy parecidos a los Alpino, de hecho son casi idénticos en sus trazos y textura, y tienden a soltar el mismo "polvillo" desagradable y molesto al colorear que puede estropear tus dibujos. Debido a su mina muy suave (pero no blanda) son lápices, como los de Alpino, muy aptos para uso escolar. Para uso profesional o para uso aficionado creo que se quedan muy cortos. De hecho, yo no los aconsejaría siquiera para uso escolar, ya que por ese precio creo hay marcas infinitamente mejores y que ofrecen unos resultados mucho más agradecidos, como Pelikan.
Finalmente sobre Bruynzeel decir que, aunque por abaratamiento de costes (y por otras muchas cosas) fabrican en China, en realidad Bruynzeel es una marca holandesa fundada en 1897, aunque desde 1997 pertenece a los japoneses de Sakura. De estos lápices argumentan que están hechos bajo su dirección y supervisión, como "excusándose" por hacerlos en China, pero eso no sirve de nada. De hecho casi es peor que lo digan, porque es una forma de reconocer que la calidad y el compromiso chino dista mucho de ser mínimamente aceptable. Como lo es el hecho de que, a estas alturas de la película, un fabricante de este tipo de útiles de dibujo fabrique estos lápices sin usar madera certificada ni sometida a control. Lamentable.
Mi recomendación, por tanto: no te los compres. Invierte en una marca algo mejor tu dinero.