La tabla digitalizadora mató al lápiz y al papel


Cada vez más viñetas realizadas a ordenador, publicadas en medios tanto de internet como impresos, van sustituyendo a los dibujos a tinta de antaño. Hay incluso dibujantes que no han tocado un lápiz desde que han empezado a trabajar, los hay que hasta desconocen, o se les ha olvidado, las diferentes clasificaciones y durezas de mina. "Eso forma parte del pasado", "eso era antes", argumentan. Así las cosas, ¿acabarán los medios digitales por destruir el dibujo convencional?

En lo personal me resisto a creer que un dibujante pueda ser considerado como tal si no ha usado nunca un lápiz y un papel. Podrá ser todo lo buen dibujante que se quiera, pero pienso que le faltaría algo. La cercanía, la experiencia con el papel y con los pigmentos "en vivo" es una sensación real que no te da el ordenador.




Que conste que yo soy un gran defensor de las nuevas tecnologías, y suelo diseñar y realizar muchísimos de mis trabajos con ellas. De hecho durante años fueron -por necesidad, rapidez y comodidad- mi principal herramienta de dibujo y diseño, y me pasaba meses sin tocar un lápiz de madera. Pero precisamente por eso puedo hablar con bastante conocimiento de causa de sus pros y contras, y de lo que se están perdiendo esos nuevos dibujantes que deciden hacerlo todo digitalmente.

Y es que el realizar nuestro trabajo a ordenador tiene muchísimas ventajas, pero también unos enormes inconvenientes. Entre las ventajas una de las principales (y por lo que a mucha le gusta tanto) es que puedes tener los errores que te apetezcan y corregirlos las veces que quieras. Gracias a ello el ordenador puede hacer que un dibujante mediocre parezca un buen dibujante. Sobre el papel es más difícil. Ciertamente puedes hacer esbozos e ir borrando poco a poco, pero el papel saca a la luz todos tus defectos. Al papel no se le puede engañar. Si te pones a borrar una y otra vez, acabas marcando el dibujo y entremezclas líneas que no hacen más que confundirte más. Si al rotular te equivocas, no tienes corrección posible, y al colorear otro tanto de lo mismo. Frente al papel más te vale ser bueno y dedicarte al cien por cien, porque puedes destrozar de un plumazo el trabajo de horas.

Otra de las ventajas del ordenador son los reflejos, sombras, detalles... Puedes hacer todo eso enriqueciendo muy bien el dibujo, mientras que si coloreas con lápices de colores -como yo suelo hacer- olvídate de degradados espectaculares, brillos y volúmenes. Ya puedes darte por satisfecho si logras saturar bien. Así que el dibujo que hagas tiene que tener fuerza y personalidad desde el principio, de lo contrario cuando te pongas a colorearlo parecerá un dibujo hecho por un chaval de diez años.

Pero el ordenador no está exento de desventajas, y muchas ellas notables. Una de las más peliagudas y que vuelve de cabeza a los diseñadores y dibujantes es el ajuste de pantalla. Asegurarnos de que los colores con los que estemos trabajando sean colores "auténticos" y reales es un enorme problemón para muchos. La diferencia de monitores, de tarjetas gráficas y de modos de ajuste solo ha venido a confundir todavía más. Encima, en los programas de diseño se pueden elegir cientos de colores, y no juegas con simples paletas de 36 o 48 como a veces tienes sobre el papel. Esa policromía hace que cuando quieres darle determinada sutileza o tonalidad al dibujo a veces te encuentres con colores que a simple vista tienden a mezclarse o a parecerse en exceso.

Volviendo a los monitores, ¿cuantas veces no nos ha pasado que al llevar nuestro trabajo a otro ordenador, nos encontramos con la desagradable sorpresa de que tiene unos colores diferentes? No hablemos ya de exportaciones, o de impresiones, en donde a veces resulta imposible poder lograr imprimir determinada especificación cromática por los errores, diseño o tipos de inyectores, tinta o impresora utilizada.


Por si todo esto fuera poco, para complicarnos más la vida los dibujantes y diseñadores nos enfrentamos al problema del software. La mayoría de la gente usa ahora Adobe Photoshoop, cuando en mis tiempos era un programa considerado "para niños" y de segundo nivel. Desde que Adobe adquirió Macromedia, las cosas empezaron a cambiar y pasó a ser considerado un programa "para expertos". Entre medias, multitud de versiones y actualizaciones que se han ido lanzando año tras año (además de los parches), porque claro, Adobe, como compañía informática que es, vive de vender su software, y necesitan lanzar versiones nuevas con lo que sea para seguir sacando dinero. Como las nuevas versiones, por lo general, necesitan mucha más potencia de cálculo, resulta que a los pocos años para seguir usando el programa ya no nos sirve el mismo ordenador, y tenemos que comprar, además del software, otro equipo. Es la pescadilla que se muerde la cola, el nunca acabar. Luego a la hora de la verdad resulta que muchas de las cosas, dibujos y diseños, que haces, podrías hacerlos de igual manera con tu viejo programa de dibujo.

Todo esto no ocurre con el dibujo sobre el papel. Allí la tinta es tinta, y cuando envías al periódico a publicar ese dibujo en tinta sabes cómo saldrá, no tienes que cruzar los dedos. Los colores los puedes tocar, los puedes "sentir", y las tonalidades que ves son las tonalidades que vas a obtener, no tienes necesidad de calibrar ni configurar ninguna tontería.

Otro aspecto muy importante es que con el dibujo a mano, con lápiz y papel, no necesitas sentarte ante el ordenador, ni tener un enchufe a mano ni vigilar que no se te acabe la batería. Puedes llevar el estuche de colores y tus láminas o blocs a donde quieras, a la terraza, al salón, a la playa o a un banco del parque y ponerte a dibujar sin problemas. Eso no puedes hacerlo con el ordenador, no puedes llevar tu ordenador o tu tablet porque al poco tiempo se quedará sin batería, y además, el precio que te cuesta un tablet nuevo no compensa si se daña o se pierde. Si se daña o se pierde tu hoja de papel o tu bloc puedes hacerte con otro por unos pocos euros sin ningún problema.

Que conste, repito, que soy un gran defensor de las herramientas informáticas. Me parecen fantásticas, pero no alcanzan (y creo que nunca alcanzarán) a la experiencia más íntima y directa con los colores y el lápiz.

Otra de las importantes razones por las que un dibujo hecho a mano supera a un dibujo hecho a ordenador es la naturalidad. Cualquiera puede coger una foto y con papel cebolla repasar un retrato o un objeto, y luego colorearlo, obteniendo una reproducción fidedigna. Para hacer eso no hay que tener mucha destreza. Del mismo modo, también cualquiera puede escanear (o coger una foto de internet) una imagen y pasarle usando uno de los muchos programas informáticos un filtro de dibujo, que simule que esa foto ha sido como dibujada y coloreada, sin serlo. Eso se hace en un par de minutos. También podemos coger una foto, pasarla por Photoshop y retocarla, repasar los bordes y pintarla, obteniendo un dibujo fidedigno en unos pocos minutos.

Pero un dibujo artístico, cómico o caricaturizado de un objeto real no es tan fácil, y con ese tipo de dibujos conseguimos enriquecer la imaginación -y la inspiración, así como la capacidad analítica y de relación- de quien lo ve. No puedes coger una foto de Internet y decirle a un programa que te modifique la imagen de determinada forma y conseguir un dibujo artístico de esa foto. No si no lo haces tú a mano.

El dibujo a mano, sin recurrir a la ayuda del ordenador, es por lo tanto fundamental, algo de enorme valor en épocas como la actual, en donde todo el mundo tiende a ahorrar tiempo, esfuerzo y preocupaciones, usando el ordenador como útil principal de dibujo. Sí que ayuda -y mucho- en la postproducción o en los arreglos finales, pero me parece un gran error usar siempre el software para todo, porque se pierde buena parte de la gratificante experiencia que es dibujar, y el espectador pierde la experiencia artística y naturalidad del dibujo no hecho con algoritmos, sino con la imaginación.