Uno de los dibujos que estoy realizando para mi último compendio de "inspirational logos" es la excusa perfecta para hablaros y explicaros un poco en qué consiste la técnica del coloreado con fineliners. Lo voy autilizar de base y ejemplo para ir poniendo las variaciones (o algunas de ellas) con las que lograr algo de colorido aún con las limitaciones de este tipo de herramientas.
Pero en primer lugar aclaremos qué es un fineliner. Un fineliner es, como su nombre indica, un trazador de líneas fino. Aunque no hay una regla común para definir qué se entiende por línea fina, se podría decir que un trazo menor de 1 mm (o a partir de menos de 0,6 mm, por los que podemos encontrar en el mercado) es un fineliner. Normalmente los fineliner suelen ser de 0,6, 0,5, 0,4 o incluso 0,3. Si la punta es capaz de realizar trazos más pequeños hablaríamos entonces más bien de superfine-liners (los "superfines").
Aunque se puede pintar con fineliners, normalmente es para técnicas minimalistas, para contornos o detalles más pequeños. Para superficies más grandes se pueden utilizar rotuladores. El problema de usar rotuladores, acuarelas o tintas cromáticas es que se requiere un papel consistente, mientras que con los fineliners no necesitaremos papeles tan grueso, porque no suelen traspasar (a menos que insistamos mucho en la misma zona). Por esa razón cuando coloreo sobre papel muy blanco y fino recurro a fineliners, aprovechando sus colores brillantes que dan bastante buen resultado y con los que puedes definir muy bien los detalles.
Cómo cubrir grandes superficies de color con fineliners
Cuando debes rellenar una amplia extensión con color los fineliners tienen muchos problemas y puedes también dañar el papel. Una técnica para usar color es la del rayado. Si bien con esta técnica no se consigue casi saturación, sí logra distribuir zonas de color y dar a nuestro dibujo una mayor espectacularidad.
Para que no resulte monótono ni muy simplón en el acabado, podemos usar varios modos de rayado, que puede ser el entrelineado, punteado (para superficies no muy grandes), rasgado o cuadriculado. Sea como fuere, la intención es ir variando de sentido y de técnica para conseguir enriquecer la parte coloreada.
En la imagen del ejemplo puedes ver que para la carrocería del vehículo he utilizado el rasgado, mientras que para el fondo azul del cielo he usado un entrelineado de estilo transversal. Para los edificios puedes ver el detalle de un lineado simple, oblicuo, mientras que para el humo lo he usado vertical. Las ruedas, o más bien los neumáticos, están realizados con un cuadriculado, y para homogeneizar la figura central he usado el mismo tipo de lineado sesgado en el techo, que además es a otro color.
La técnica del entrelineado y rallado nos posibilita también el que podamos usar sombreados, y que éstos destaquen más y le den profundidad y volumen al dibujo, gracias a que aprovechamos las zonas sin pintar de parte del entrelineado. Puedes apreciar este efecto en las nubes, consiguiendo esa imagen de nubes con parte inferior oscura, o en las ruedas, aumentando la sensación dinámica y de movimiento del dibujo, sensación a la que también colabora el trazado en bloques del suelo.
No son unos resultados tan magníficos o espectaculares como lo sería un dibujo ricamente saturado y sombreado, pero esta técnica puede suplir la carencia y limitaciones de los fineliners posibilitándonos el que podamos recurrir a ellos para distinguir zonas de color, y aportar elementos cromáticos para enriquecer nuestros trabajos. Por último, un consejo: cuidado al entrelazar las líneas de no pasarse, porque es fácil estropear un buen dibujo con un rayado caótico o abusivo.